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Una oda a la ironía: cada día me hago más viejo.

  • tintanova91
  • 28 jun 2024
  • 4 Min. de lectura

Dice Anibal Lavana que cada camino inicia con un final, molestar y provocar es la forma de enseñar, perder y aprender es de lo que trata la vida. Estás aquí haces lo tuyo y luego la gente te olvida. Los finales acontecen como un quiebre en la realidad, una fractura que desarticula el día a día. Hace que lo que pensamos como cotidiano se des-vele como arenas movedizas en medio de la llama frenética. 

En medio del caos, el tedio y la falta de empatía me gustaría pensar que la enseñanza es compartir el  fuego primordial que existió antes de la era de los humanos, porque delata los miedos más íntimos y al mismo tiempo alinea a los seres estelares en la tierra. La angustia, el nervio de los primeros días, preparar las clases, comunicar las ideas son cosa de lo que resta, lo que se ha ido. Nos queda mirar hacía lo incierto, la duda y lo abierto. Tenemos caminos que nos llevarán hacía múltiples direcciones, aunque, durante un momento todo se alineó para nuestro encuentro. Debemos continuar, no los olvidaré de verdad, no conocen los catalizadores que originaron las motivaciones para andar en medio de la bruma, que en buena medida son ustedes. Es una promesa, soy distinto porque los conocí, entiendo la vida de maneras que nunca me hubiera imaginado. Hay algo que los carceleros de los terrores interiores han dado por hecho y que temen: su actuar con rebeldía ante la promesa de la muerte destinada.

         Los números nunca nos han caracterizado, no nos dan consistencia ni forma, aunque ponen perspectiva. Muchas veces la labor no tiene una recompensa real, más allá de un salario. Sin embargo, unas monedas de metal nunca marcaron lo que valgo, estoy fuera de cualquier lógica capitalista. Los que caen en las trampas de los valores monetarios se perderán en ídolos con cuerpos de oro y patas de barro. Considero que el sentido de la enseñanza yace en el recuerdo -que según Walter Benjamin-, activado durante el instante de peligro. Hay maestros que castran lo vivo, se sientan en el salón y clausuran cualquier posibilidad de diálogo.

         La primera maestra que me marcó de forma total, aún su huella sigue en las maderas desgastadas de mí espíritu, la conocí en el CCH. Nunca esperé que una persona me enseñara tanto sobre el mundo y la vida. Ahí se localiza la verdadera recompensa, el alumno que recuerda -aún con- todas las torpezas del docente, las maneras de concebir el flujo de la vida.  Números, ideas, referencias y hasta prejuicios nublan las posibilidades de un auflebung e inmediatamente generamos expectativas sobre los individuos. Las personas son crisoles multicolor que cambian a cada momento, somos una esencia que no puede ser atrapada en las cámaras de los dispositivos que nos han convertido en cyborgs.

         No recuerdo cuándo empezaron los cambios, solo me veía distinto, la carne viva atada al esqueleto se metamorfoseó en un ser lleno de dudas, tristezas y dolores; aunque le enseñaron a sonreír desde el hastío de lo cotidiano. Las experiencias “nuevas”, el fade clandestino, la amenaza constante de los dementores y la apatía de los “yesmen” se convirtieron en el día a día. Las formas sureñas dejaron de ser la pauta y el tizne del centro se convirtió en la constante.

         Pequeños seres con miles de incertidumbres se abrieron, tal y como lo hace una flor ante la mirada cautiva. Algunos mostraron sus cicatrices o ¿Siempre estuvieron ahí y nada más necesitaron a los ojos correctos? De golpe viene el recuerdo, un chico de casa -en medio del barrio- aprendiendo a pedir las cosas, sus compañeros definitivos: la patineta de Bam Margera y una biblioteca. En medio de la bulla, ocurre una sobredosis de heroína en los baños de la escuela. Los fragmentos de un pasado danzante punzan al momento de comentar temas derivados de las reflexiones más complejas, porque sirven para rememorar que desde el error me modelé. Nunca fui de los alumnxs que hacían todo bien, de hecho era el que más fallaba, y me hubiera perdido en medio de la vorágine si no fuera por los maestros que vieron algo de brillo en un ser que era más carbón que diamante.

         Chicxs con capacidades de cyborg, con una potencia intelectual digna de los grandes poetas, no saben que en cada clase me muero de nervios, de forma brutal señalan cada uno de mis errores, palabras mal escritas o confusiones. Parecería que son el turco de mazel, una inteligencia más allá de lo humano, en donde cada movimiento es juzgado con una frialdad digna del t-800 en medio de la rebelión de las máquinas. No saben que canto praise the lord para motivarse y dar lo mejor para ellos, aunque pareciera que no es suficiente.

         Levantarse cada mañana y explicar ideas que parecen complejas, sólo en apariencia, muchas personas me han dicho que señalar las aporías del saber en seres tan vivaces es una lucha en vano. Me dicen, Manuel hazlo simple no son capaces, explícale a tu grupo como si hicieras un bistec en la plancha. Necesitamos lo complicado, sin lo adverso la victoria no tiene sentido. Toda épica tiene valor porque el protagonista se prueba sobre lo adverso, asimismo, busca las referencias, técnicas y armas para defenderse. Una vez me dijeron que si nada costara trabajo todxs serían capaces de realizarlo.

         Necesitamos lo complejo, de lo contrario siempre seremos turistas y nunca nos convertiremos en salvajes. Lo complicado nos hace ser potencia y actuar en consecuencia, distinguir el inmenso caudal de raíces y seleccionar las adecuadas a nuestras expectativas de sentido . La combinación de colores, sabores y sensaciones dan pie a un entramado que testimonia lo diverso. 

         Existirán seres huecos que buscarán ponerlos en crisis, hacerlos dudar, sin vacilar se mofarán de su vestir, actuar y pensar. Pero ¿Cómo decir algo cuando lo que habita es el vacío sin sentido? Entonces, para qué molestarse. Hay un peligro, y no hablo del trapecista que se tambalea en el balancín, sino en convertirse en Hueco. Un ente sin vida e ideas, sólo es un gesto deformado de lo mimético, porque ante lo nuevo tendrá miedo porque denotará su falta de potencia, un ser sin contenido. 


        

 
 
 

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